jueves, 8 de agosto de 2013

El primero

Me encuentro de repente pensando en mi primer beso. No el nuestro, el mío.

Tenía el pelo larguísimo, imagino que un par de kilos menos, los shorts estos que pienso usar hasta que implosionen en un solo hilito negro. Tenía todo eso y una banca que me sostenía el miedo acumulado con cuidado por veinte años y unos días.

No hubiera dicho que iba a ser con usted, mi primer beso. Hubiera dicho que con alguien más. Aunque, en el fondo, hubiera dicho que con nadie - caso Titanic, de no poner balsas de emergencia porque la cosa no había posibilidades de que se hundiera.

Pienso que el primer beso fue todo menos robado. Recuerdo a aquel chico que preguntó si le regalaba algo, entonces le di los halls que tenía, porque solo eso le podía dar. No creí que quisiera más de mí. Pero eso fue antes aunque, sentada en la banquita de madera, tampoco creía mucho.

Y pienso que fue todo menos robado porque hasta me dio tiempo de verlo venir pavonéandose de que iba a ser ese. Lo vi venir y tuve tiempo de decir que qué miedo, decirlo, sacarlo así como para invitarlo a levantarse de la banca y buscar un bambú para hacer la digestión.

Aún así no sé qué hubiera hecho en el Titanic.


Publicado por Ana I. en 22:28 |  

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