domingo, 15 de diciembre de 2013
Una noche eterna de verle aterrado la coronilla al sol
de quererse desesperado
como si tuviéramos un solo viaje, uno solo

fue lo mismo, fue el mismo sentimiento a los diez minutos de entrelazar ramitas y ramotas luego
igual sobre ruedas y en las calles
lo inevitable
de dos pares de ojos enormes
de dos labios ávidos
y dos pechos hinchados

que uno se baje del tren no es casualidad.
pero eso usted lo sabe,
¿verdad?
Publicado por Ana I. en 18:53 |  

0 comentarios:

Suscribirse a: Enviar comentarios (Atom)